Se inicia el ciclo lectivo y reaparecen viejos problemas: Al nene le desaparecen útiles de la cartuchera, le rompen el cuaderno, le sacan la plata para el recreo y cada tanto viene con un rasguñón. Es fácil apuntar con el dedo y demandar una solución, normalmente se le pregunta al chico “quién fue?” el que lo hostigó y las madres van furiosas a atacar a la directora (salteando maestras y cualquier obstáculo que le pongan delante) para que sancione al agresor severamente. Típico de una buena “mamá leona”!
El problema es que, salvo en algunas pocas instituciones privadas, los directivos no pueden disponer fácilmente del traslado del chico violento. Si nos detenemos a pensar en que generalmente las directoras tienen que lidiar con uno o dos chicos por grado con este problema, entonces multipliquen chicos problema por grados y verán que no hay forma que el reclamo sea escuchado, atendido y solucionado en el tiempo que las mamás necesitan.
A los papás del agresor se los citará, una y otra vez, hasta agotar instancias. Es muy normal que estos padres ni aparezcan, suelen estar completamente ausentes de la vida del chico y en parte es por esto que la criatura se expresa a través de la violencia. Tiene miedo porque está solo. Agrede primero porque teme ser agredido. Así funciona la mente del violento.
El problema del docente
Los maestros del sistema público no tienen recursos para manejar chicos problemáticos, y aún menos a sus padres. Hay un vacío muy grande, un vacío que debería estar ocupado por la familia del niño y que las instituciones no pueden completar. Día a día vemos casos de violencia y abusos dentro de los establecimientos educativos, y toda una suerte de problemas legales y límites que los directivos tienen que afrontar.
Cuando dos o mas niños se pelean dentro de la escuela, son pocos los maestros que se atreven a poner sus cuerpos en medio para separarlos. Mas allá de las cuestiones legales al comprometerse físicamente de ese modo, existe un miedo real de salir lastimadas porque no tienen ningún tipo de conocimiento o procedimiento para saber como actuar. Hay chicos que a sus 11 o 12 años ya poseen mucha fuerza y en el calor de una pelea pueden revolear golpes extremadamente dañinos. De yapa, los padres de los chicos también dan la nota, ya que en el noticiero vemos como muy frecuentemente algún padre increpa o agrede físicamente a algún docente. Es un mundo complicado.
El colegio educa académicamente, la educación emocional está a cargo de los padres del niño. Y sentimos que hay momentos muy delicados en que impera la ley de la selva.
¿Y entonces? ¿Qué hago?
Los violentos atacan siempre a una persona que detectan como mas débil o con menos poder que uno mismo, punto. Esto aplica tanto para los niños como para adultos, y existen raras excepciones pero no se dan en el caso de bulling escolar.
El primer paso es identificar y reconocer. Debo buscar señales que me indiquen que mi hijo es víctima de uno o varios agresores. Estas pueden ser: negación repentina del chico a ir a la escuela, le desaparecen los elementos con frecuencia o aparecen rotos, tiene rasguños, mordidas o moretones, vuelta a orinarse en la cama, etc.
Ahora bien, no todas estas señales indican siempre bulling, ya que hay chicos que suelen buscar peleas y las pierden, o que rompen y pierden sus propias cosas, así que resulta indispensable el rol del observador mientras los chicos juegan para determinar como es la dinámica del grupo. Se puede consultar a la maestra para recabar información, pero mejor aún termina siendo llevarlo a grupos de juego y observar la interacción con otros chicos. Si tiene otras actividades que involucre chicos de su edad, también debemos consultar allí sobre la conducta.
Si la comunicación directa con el niño se torna difícil de comprender, se recomienda hacer algunas sesiones con un psicólogo para terminar de armar el cuadro. No hay que apresurarse a etiquetar al chico como “víctima de bulling”. Y llegado el caso de que si lo sea, hay que tratar el tema con delicadeza ya que la etiqueta va a afectar a la autoestima del chico para aprender a revertir la situación.
“Mi nene no hace eso”
Nos toco el caso de un chico menudito que era, aparentemente, víctima de bulling. Lo trajeron para que aprendiera a defenderse. Asistió al dojo mucho tiempo, era un poco tímido con los adultos pero se relacionaba bien con los demás chicos, hasta que desarrolló una rivalidad con otro chico físicamente mas grande que él.
Observando el modo de juego se pudo observar que el niño agredido, se movía para provocar al agresor. Le quitaba los elementos de trabajo, le sacaba el lugar en la formación ante un descuido, lo golpeaba con un foco, o simplemente empezaba algún juego de forcejeo que terminaba perdiendo. Ante la provocación constante, el compañero reaccionaba y sólo por la diferencia física existente se definía el resultado.
Conversamos con la madre y su primer reacción fue de sorpresa. Ella no se había percatado de que su hijo buscaba activamente los problemas. A partir de entonces se ayudó al pequeño sobre la base de re-aprender la acción de buscar compañeros para jugar y a ser empático (ponerse en los zapatos del otro) para saber qué cosas le van a producir una reacción adversa. También necesitaba de atención y reconocimiento de sus logros, para dejar de buscar la atención del “líder” del grupo de juegos.
Este es meramente un ejemplo para demostrar que las cosas no son siempre como parecen. Hemos tenido varios chicos que eran supuestamente víctimas de un agresor pero resultaba que sólo estaba teniendo un modo erróneo de abordar a sus compañeros y buscar reconocimiento.
Selección de la víctima
La verdadera víctima de bulling va a ser un niño que sea, en apariencia, muy diferente al resto y esté aislado. Puede ser físicamente mas pequeño, o relletino, o usar anteojos, o ser muy tímido e introvertido. También suelen seleccionar al que tiene mejores calificaciones (el traga, o el favorito de la maestra), al que perciben que tiene mas dinero o al que tiene menos. Y por sobre todas las cosas, buscan a un chico que tenga miedo y no tenga capacidad de reaccionar físicamente. Todos los chicos cuando quedan aislados pueden tener miedo, así que le puede tocar a cualquiera.
Generalmente se hace un primer intento de ir a molestar al chico elegido, y si éste no logra resolver la situación entonces van a repetirse las agresiones a diario. Vemos como la primer reacción ES importante, ya que puede cortar de cuajo futuras molestias. Esto hace que sea muy importante que brindemos a los chicos algunas herramientas ANTES de que las necesiten.
Elementos básicos para el cajón de las herramientas
Hoy los chicos parecen muy inseguros a la hora de tener las primeras interacciones escolares porque no están acostumbrados a estar con variedad de chicos ni saben como iniciar el juego. Todo en la vida debe practicarse y aunque parezca algo extraño esto también! Es una buena idea proveer al niño de entornos con otros chicos en donde aprenda a jugar (los deportes, especialmente los de equipo, otorgan el ambiente ideal para esto). Esto les dará experiencia y seguridad a la hora de tratar con otros de su edad.
Que conozca muy bien los límites de interacción y que sepa que si algo lo incomoda es importante que lo comunique a un adulto, y que no recibirá un reto por ello! Algunos chicos callan porque creen que además de recibir una agresión de un compañero, también recibirán un reto por parte de los padres por no defenderse. Muchos chicos son sensibles al humor de sus padres y no les gusta verlos enojados, aunque no sea con ellos.
Trabajar para que el chico desarrolle lazos de amistad con otros de su grado también es importante, ya que generalmente el sólo hecho de que esté rodeado de amigos puede desactivar un ataque. Recordemos que el violento busca a alquien mas débil que él, y el hecho de estar con otras personas reduce la vulnerabilidad de un chico.
Con los ataques queda muy mermada la autoestima de una víctima de agresiones constantes, por lo que hay que buscar diferentes recursos para ayudarlo a recuperar su autoconfianza. En este aspecto las artes marciales son un excelente elemento para ayudarlo, aunque dependiendo del temperamento del chico también puede servir otra actividad con un plan de trabajo específico. Cada vez que el chico gana una cinta nueva, una medalla o un trofeo, va adquiriendo motivación y una sensación de logro personal.
Por último, dentro de lo que podemos compartir aquí, los instamos a que sean creativos. Según nuestra experiencia muchos de los chicos violentos terminan siendo permeables a deponer su actitud si son abordados correctamente. Hemos visto casos fortuitos de agredidos que se encontraban en nuestro dojo con su atacante, y tras varios chispazos y charlas, pasan a cesar completamente las agresiones en el colegio.
Conclusión
Papás alerta y siempre observando. Necesitamos conocer como reaccionan nuestros chicos en diversas situaciones para saber bien qué herramienta entregarles. Siempre que algo nos exceda, busquemos ayuda. Pensemos que nuestros hijos deben saber resolver situaciones en un mundo lleno de gente violenta, asi que remover al violento no es siempre lo viable, debemos facilitarle elementos para poder resolver por sí mismos.
Sólo de ese modo crecerán para ser seres independientes.